

Los abusos sexuales a monjas, cada vez menos tabú dentro de la Iglesia
Los abusos sexuales a monjas por parte de sacerdotes son cada vez menos un tabú dentro de la Iglesia católica y por ello hay más denuncias, que el sucesor del papa Francisco tendrá que abordar.
El primer pontífice latinoamericano abrió "una primera puerta" para que las religiosas hablaran, en una cumbre inédita sobre violencia sexual en 2019.
Ese encuentro llevó a tomar medidas como el levantamiento del secreto pontificio, la obligación para religiosos y laicos de reportar cualquier caso a su jerarquía y la creación de plataformas de escucha.
Pero las víctimas creen que el Vaticano se quedó corto, especialmente por negarse a eliminar el secreto confesional.
El nuevo papa será elegido a partir del miércoles en un cónclave que reunirá a 133 cardenales de todo el mundo.
"En el pasado las hermanas sufrieron mucho y no podían hablar con nadie, era como un secreto", dice a la AFP la hermana Cristina Schorck, una brasileña de 41 años que trabaja en Roma con la congregación Hijas de María Auxiliadora.
"Es a la vez un tabú y algo que ha avanzado" porque "nunca se había hablado tanto de ello como hoy", explica por su parte la hermana Veronique Margron, presidenta de la Conferencia de Religiosos de Francia.
- Actuar "de inmediato" -
El lento cambio se ejemplifica en el caso de Marko Rupnik, un influyente sacerdote esloveno y conocido como artista por sus mosaicos, acusado por varias monjas de violencia sexual y psicológica a principios de la década de 1990.
El Vaticano había cerrado el caso pero, bajo la presión Francisco, lo volvió a abrir en 2023 y finalmente hubo un proceso contra él.
Laura Sgro, la abogada italiana de cinco de sus acusadoras, dijo a AFP que las monjas deberían estar mejor protegidas "tanto por los estados como por el derecho canónico", en particular con una extensión del plazo para presentar una denuncia.
Y señaló que el próximo papa debe actuar "de inmediato".
Lejos del revuelo mediático que rodea a los cardenales, cada día pasan por San Pedro monjas con hábitos negros, grises, blancos, beige o marrones, que están en Roma para estudiar, trabajar o acompañar a los peregrinos.
Entre ellas, la hermana Marthe, una monja de Camerún de unos 40 años, que quiere que la Iglesia "aprenda cómo" responder ante "abusos sexuales o de poder".
- "Piramidal" y "machista" -
Francisco nombró en enero a una mujer para dirigir uno de los ministerios del Vaticano por primera vez en los 2.000 años de historia de la Iglesia católica.
Pero muchos piden más espacio para las mujeres, que superan ampliamente en número a los hombres en la institución, con 559.228 religiosas frente a 128.559 sacerdotes en el mundo, según el Vaticano.
Es el legado de una visión "piramidal" y "machista", apunta Marta Gadaleta, secretaria general de las Agustinas Siervas de Jesús y María.
"Al luchar contra el clericalismo", la idea del clero como una élite, "también estamos luchando contra todos los abusos", dijo la hermana Eugenia, de 67 años.
En enero, el propio Francisco hizo un llamado para que la Iglesia "supere" la "mentalidad machista", insistiendo en que las monjas no deben ser tratadas "como sirvientas".
- Sesiones de capacitación -
La Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), que representa a unas 600.000 monjas en todo el mundo, dio un paso al frente y desde 2016 las invita a denunciar la violencia, al tiempo que organiza sesiones de capacitación para "concienciar", dijo a AFP su secretaria general Patricia Murray.
Estableció también una comisión en 2020 junto con la Unión de Superiores Generales (USG), que representa las órdenes masculinas, para promover "una cultura de cuidado y protección dentro de las congregaciones".
Pero la hermana Margron insiste en que "no debemos esperar todo del Vaticano" para no caer en la trampa milenaria de "esperar que los hombres hablen".
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